Los discípulos de Miguel Ángel

 

Los discípulos de Miguel Ángel en la pintura no fueron tan enojosos como los de Rafael. El veneciano Sebastiano del Piombo, su amigo y confidente, es muy respetable por todos los conceptos; el mismo Vasari, el delicadísimo Dominiquino, el famoso Caravaggio, maestro de Ribera, de quienes habrá que hacer referencia al tratar de los orígenes del arte barroco en Italia, todos deben algo a Miguel Ángel. Y la razón de esta superioridad estriba en que Miguel Ángel realmente trabajó solo, no educó discípulos ni les traspasó luego sus encargos, como Rafael hiciera con los suyos: los artistas que entraron dentro de la órbita de Miguel Ángel se formaron una personalidad independiente; el maestro era para ellos el modelo de artista excelso, no un pintor a quien imitar. Ello produjo un movimiento "a la maniera de Miguel Ángel" que luego se extendió a toda Europa y evolucionó de forma original, desarrollando características propias, que recibe el nombre de manierismo. Pero antes de tratar de este movimiento, hay que hacer referencia a dos pintores que surgieron en Florencia y en Parma, cuyo arte debe encuadrarse todavía en el momento, tan breve, del clasicismo renacentista. Son Andrea del Sarto y el Correggio.

La Madona de las Arpías de Andrea del Sarto
La Madona de las Arpías de Andrea del Sarto. Galleria degli Uffizi, Florencia). En esta obra, la composición piramidal se convierte en obra maestra de equilibrio.

 

Noli me tangere de Correggio
Noli me tangere de Correggio (Museo del Prado, Madrid). En esta obra se insinúan los inicios del barroco por su osada composición en diagonal y por la ondulante plástica de las figuras. Jesús y la Magdalena cruzan sus miradas llenas de amor sobrenatural. En la rica gama cromática destaca el predominio de colores fríos, amarillos y azules sobre todo.