Tiziano: Nuevas experiencias

 

Cerca de 1515, Tiziano abandona todo vínculo con el pasado y de su obra mana entonces una sensación de vida alborozada, en el componerse de amplias formas, desenvueltas en un holgado y fluido movimiento, ricas de colores suntuosos y de ritmos armoniosos que las hacen al mismo tiempo opulentas, puras y humanas, mientras el paisaje a su alrededor se abre en una visión real, vibrante de luces o cargada de atmosféricas penumbras.
Es de estos años la alegoría de la Galería Borghese de Roma, llamada El amor sagrado y el amor profano, realizada quizá para Niccolo Aurelio, cuyo tema le fue sugerido a Tiziano por Pietro Bembo. La obra marca un momento de particular fortuna colorista que se difunde de lleno en las dos hermosas imágenes femeninas, acogidas y acariciadas por la armoniosa disposición del paisaje de fondo, casi con un ritmo de friso a la manera clásica. Las dos mujeres son opulentas, suaves, plasmadas en una perfección de colores, con una paleta voluntariamente reducida de tonalidades: el rosado dorado de las carnes, el rojo intenso de un manto, el blanco mórbido de un ropaje. La rubia opulencia de las dos jóvenes las hermana a la llamada Flora de los Uffizi, asimismo fechable hacia 1515, y a la Muchacha peinándose del Louvre. Tanto una como otra representación, casi de una belleza ideal, se realizan en suaves formas sensuales, acariciadas por una luz dorada que se desliza serena sobre las carnes, los ropajes y las cabelleras, encendiendo algunos tonos rosas o rojos y rozando unas pocas flores en una mano o un objeto brillante en la otra. Ambas hallan resplandores en el fondo o en el rubio encendido de la cabellera suelta.
Son representaciones ideales o, tal vez, retratos, al ir dilatándose el arte de Tiziano con espléndidas imágenes vivas de personajes que constituirán a lo largo de toda su actividad una riquísima colección de tipos, rostros, caracteres, sentimientos y fastuosos ropajes. Entre otros: la llamada Violante, de Viena; el Hombre del guante, del Louvre, y Tommaso Mosti, de la Palatina de Florencia. Se percibe ahora, en el pintor, una voluntad de ahondar en el estudio y la representación psicológica del individuo y, por un momento, el color se vuelve más sobrio en la gama reiterada de grises y pardos. Mosti era un gentilhombre de Ferrara, muy importante en la corte de los Este. Su retrato es una prueba más de que alrededor de 1516 Tiziano entabla una relación con Alfonso I de Este.
En ese mismo año muere Giovanni Bellini y fray Germano, prior del convento de Santa Maria Gloriosa dei Frari, encarga a Tiziano el gran retablo de la Asunción para el altar del ábside mayor del templo. La obra será inaugurada el 20 de marzo de 1518 y resultará increíblemente nueva y revolucionaria. Se convierte en el centro mismo del gran coro y de la iglesia, y no puede ser objeto de recogida oración. Se impone por su vertiginoso dinamismo de masas y su fulguración impetuosa de colores. La imagen de María destaca en primer plano, en un audaz escorzo de abajo arriba, iluminada por una luz palpitante que se convierte en claridad en el fondo del cielo, iluminando en lo alto al Eterno y a la nube de sus querubines, y apaciguándose en la parte baja en suaves y profundas penumbras, en el agitarse inquieto de los Apóstoles que, por la energía de las líneas y la solidez de las masas, parecen salir del plano. Esta obra, tras algunas iniciales disensiones debidas a la audacia del nuevo planteamiento, marcó la fama del artista "desvinculado desde ahora de los anteriores lazos con el giorgionismo".
En los años que van de 1516 a 1520 Tiziano trabajaba también para Alfonso I de Este. Los libros de cuentas del Castillo Estense hablan, en 1516 justamente, de ensalada, carne salada, aceite, castañas, naranjas, velas, queso y vino que se entregaban cada semana al pintor, y no de obras particulares a él encomendadas. Aunque unos años más tarde, hacia 1518, encontrándose confirmación de ello en una carta suya al duque, Tiziano añadía un paisaje al Festín de los dioses de Giovanni Bellini y realizaba las dos Bacanales, actualmente en el Prado, que, junto con el Triunfo de Baco y Ariadna, ahora en Londres, estaban destinados al pequeño estudio de Alfonso I en el castillo de Ferrara.

 

El amor sagrado y el amor profano de Tiziano
El amor sagrado y el amor profano de Tiziano (Galería Borghese, Roma). Composición sumamente imaginativa en la que el pintor funde elementos reales y mitológicos en la extraordinaria luz de un atardecer de verano. Su forma parece la de un friso clásico en el que cada Venus tiene un fondo de paisaje contrapuesto, el de la derecha, apacible y luminoso, y el de la izquierda, agreste y sombrío. Las interpretaciones sobre estas dos bellezas rubias de formas opulentas han sido varias. Por un lado, se han creído inspiradas en la Argonáutica de Placeo, en la que Venus persuade a Medea, y, por otro, se ha supuesto ver un doble retrato de su amada Violante.

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