Jacques-Louis David

Por fortuna aparece en Francia un gran artista neoclásico: Jacques-Louis David, el pintor revolucionario que fue amigo después de Napoleón. David nació en París en 1748; fue discípulo de la Academia y obtuvo, tras cuatro tentativas infructuosas, el premio de Roma, donde residió cuatro años, participando allí en los ideales del movimiento de reacción neoclásica. Vuelto a París en 1784, expuso su cuadro El Juramento de los Horacios, lienzo en que aparecen los animosos jóvenes romanos que juran ofrecer sus vidas en sacrificio patriótico. El tema y la ejecutoria no podían encajar mejor con los gustos de la época. Todos los detalles quieren ser apropiados a la antigüedad, pero en éste, como en sus otros cuadros, no carece David de inspiración.
Con esta obra el artista reivindicó, en realidad, los derechos de la moderna pintura de Historia, del mismo modo que Greuze había reivindicado la pintura de temas de elevación moral a través de la exaltación de los sentimientos nobles, o del mismo modo que Hogarth quiso reivindicar la pintura de sátira social con propósitos moralizadores.
Cabe destacar, por otro lado, que la originalidad de David en sus Horacios no se basa en la intención del tema que por él fue escogido, sino en el modo tan acertadamente dramático como lo supo desarrollar. El cuadro contiene sin lugar a dudas teatralidad, pero su dramatismo, lejos de ser una impostura, se apoya en calidades puramente pictóricas. El mismo autor, hablando de esta obra suya, hizo observar que para lograr su objetivo se había basado sobre todo en el valor plástico del color, que -según su punto de vista- es en pintura el elemento fundamental con el que debe jugar el artista. Después prestó atención al modelado, porque le interesaba hacer resaltar la auténtica calidad humana de la composición.
Más tarde, al sobrevenir las jornadas revolucionarias, David, amigo de Marat y Robespierre, participó activamente de la furia desatada de aquellos días, y la Asamblea Nacional le encargó una composición conmemorativa del Juramento en el Juego de la Pelota. Miembro de la Asamblea, fue uno de los que votó la muerte de Luis XVI, y organizó la fiesta del culto al Ser Supremo por orden de la Convención. Des pues de la caída de Robespierre, pasó cinco largos meses en la cárcel; allí tuvo tiempo de planear su famoso cuadro Las Sabinas. Al advenimiento de Napoleón, David, sugestionado por la lectura de los clásicos, sobre todo por Plutarco, reconoció en el caudillo corso a un héroe de la antigüedad y se adhirió en cuerpo y alma al emperador, quien le encargó sus cuadros más famosos: el de la Coronación, enorme composición que contiene multitud de bellos retratos; otro fue el de las Águilas. Ambos actualmente se custodian en el Museo del Louvre.
Antes de los Cien Días, los entusiasmos napoleónicos del gran pintor fueron olvidados por Luis XVIII y David pudo continuar en París. Pero cuando Napoleón regresó de la isla de Elba, fue uno de los primeros firmantes del acta imperial que excluía a los Borbones del trono de Francia, y así se comprende que, después de Waterloo, no le quedara a David otra posibilidad que la de desterrarse a Bruselas. El pintor de la epopeya napoleónica murió allí en 1825.

 

Madame de Verninac, de Jacques-Louis David

Madame de Verninac, de Jacques-Louis David (Musée du Louvre, París). De una severidad absolutamente neoclásica, el retrato desprende una belleza elegante que no obstante sugiere una gran serenidad. El cuadro responde a uno de los muchos trabajos que le encargó a David la aristocracia napoleónica. En este caso, la modelo y musa quiso verse representada como una diosa clásica griega para promover su propia exaltación individual y querer así destacar en sociedad con un esplendoroso retrato. En la obra no hay ningún elemento que sobresalga más que la propia retratada, sobre la cual se apoya toda la atención del cuadro. Tachada de frivola por la crítica especializada por su basta utilización ornamental de los elementos grecorromanos en la ropa y el mueble, sin llegar a captar la esencia del arte antiguo, es sin embargo en la carga psicológica donde David consigue su máximo poder de seducción.

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