En las Galias, el más importante monumento era el gigantesco altar de Lyon dedicado al numen de Roma, una ara inmensa de mármol decorada con guirnaldas y bucranios. Pero también en Vienne y Nimes el genio civilizador romano dejó su huella con dos templos extraordinariamente conservados. Ambos estaban dedicados a los númenes de Roma y Augusto y, por consiguiente, carecen de relieves alusivos; la decoración se reduce a elementos vegetales. También ambos están levantados sobre un basamento o podium, como los templos romanos de la época republicana; tienen un espacioso pórtico como el del templo de la Fortuna Viril de Roma y carecen de opistódomos o cámara posterior para sagrario o bestiario.
En la época de los Césares empiezan a construirse en Roma tumbas gigantescas. Una de ellas, a un lado de la puerta Ostiense, toda de mármol, tiene la forma de pirámide y en una de sus caras lleva la inscripción dedicatoria a un tal Cayo Cestio. La pirámide de Cayo Cestio es una prueba de las relaciones y simpatías de los romanos del primer siglo de la época imperial por el Egipto de los Tolomeos.
Sin embargo, la tumba del tipo de pirámide no hizo fortuna en Roma. Las cenizas de Augusto y los individuos de su familia fueron conservadas en un edificio circular erigido en el campo de Marte, hoy desfigurado por completo porque su vasta cámara interior fue transformada por los papas en una sala de conciertos. Exteriormente debía de ser como una inmensa torre coronada por un montículo de tierra con cipreses, recordando acaso los túmulos etruscos, aunque el basamento fuera ya mucho más monumental.
Una torre de este género, bastante bien conservada, está en la Vía Apia, fuera de Roma, y en ella puede leerse una inscripción que dice ser la tumba de Cecilia Metela, nuera del triunviro Craso y contemporánea, por lo tanto, de Augusto. Dentro de la gran mole maciza, que en la Edad Media sirvió de torre de un castillo de los Colonna, hay una pequeña cámara, con cubierta cónica, donde estaba el sarcófago. No sólo fueron los grandes patricios quienes se hicieron construir espléndidos mausoleos, sino también los simples burgueses y hasta los artesanos, como el panadero Eurysaces, cuya tumba monumental, con grandes agujeros como las bocas de un horno, muestra en la parte superior un friso con escenas de su oficio.
La casa romana conservó el tradicional atrio durante la época imperial. Así como la casa griega se desarrollaba alrededor de un patio, la casa romana tenía el atrio, otro elemento central. El atrio era una sala cubierta, con una abertura única en el techo que se llamaba compluvium. Por allí entraba la luz, por allí caía el agua de la lluvia; por esto, debajo había una abertura en el suelo, el impluvium para recoger el agua que caía del tejado.

Volver a Historia del arte romano