Con plan igualmente grandioso construyó Diocleciano un siglo más tarde sus termas entre el Esquilmo y el Quirinal, en la parte más alta de Roma. Las ruinas, despejadas de escombros en 1912, muestran bóvedas gigantescas como las de las termas de Caracalla; pero allí aparecen temas ornamentales que se creía que habían sido creados mucho más tarde por constructores románicos y bizantinos.
Los mismos elementos decorativos, arquillos ciegos, columnas sobre ménsulas sin ninguna función estructural y otros detalles de arquitectura que podría llamarse prerrománica, se encuentran en la gigantesca ruina del palacio de Diocleciano en Spalato o Split (Croacia). El colosal monumento, mutilado y transfigurado, engloba hoy la ciudad de Split, edificada dentro de las murallas.
El mausoleo del emperador es la catedral, y las columnatas sirven de pórticos para calles y plazas.
Mas, a pesar de sus muchos detalles de purísimo estilo clásico romano, hay que reconocer que tanto su planta como su aspecto de castillo, más que de residencia imperial de un príncipe romano, parecen la mansión de un déspota oriental. Un detalle revelador, frecuente en Siria, es que el vestíbulo de la casa imperial tiene el arquitrabe curvo, para dejar un paso mayor en el centro de una columnata.
Para los pequeños comerciantes al detalle, los emperadores habían levantado grandes mercados, como el de Trajano, gigantesco hemiciclo de cinco pisos capaz de contener 150 comercios diferentes.Ya fue entonces un sirio, Apolodoro de Damasco, el arquitecto que trazó los planos de esta construcción formidable. Pero los grandes hombres de negocios, que operaban en gran escala, necesitaban también lugares de reunión. Para ellos fueron construidos los edificios llamados basílicas (derivado del griego basileus, rey) que significa «construcción real» y por ello albergaban también a los tribunales de justicia.
Ya se ha mencionado la más antigua de todas: la basílica Emilia. Lo que todavía hoy queda en el Foro Romano de la llamada basílica de Constantino (en realidad construida por su antecesor, Magencio) a principios del siglo IV, es un conjunto impresionante formado por tres bóvedas cilindricas -altas como un edificio de tres pisos- que formaban sólo la nave lateral Norte. Se han perdido totalmente las tres bóvedas de arista de la nave central, cuyos arranques, aún visibles, cubrían a una altura de 35 metros un rectángulo de 25 por 60 metros.
Pero el monumento que siempre se menciona como el más significativo del arte tardorromano es el famoso arco de Constantino, construido para conmemorar su victoria sobre Majencio el año 313 d.C.
El ático que corona al monumento lleva esta inscripción: «Al Emperador y César Constantino, el grande, el pío, el afortunado, que por inspiración de Dios (instinctu divinitatis), grandeza de espíritu y valor de su ejército libró al Estado del Tirano y de sus partidarios, el Senado y el Pueblo de Roma dedicaron este arco de triunfo». El arco de Constantino es un monumento de cierta elegancia de composición, aunque se limita a repetir el tipo ya creado del arco triunfal con tres puertas: una mayor en el centro y dos laterales, con relieves encima de los arcos.
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