En todos los demás relieves del arco de Benevento están representadas escenas de concesión de tierras a los veteranos, promulgación de privilegios a las provincias o recepción de comisiones de mercaderes, mientras en el fondo las divinidades menores de los puertos presencian, en forma de dioses desnudos, con áncoras como atributos, las liberalidades del emperador.
Pero los más interesantes de estos relieves para perpetuar el paternal gobierno de Trajano son los dos que decoran el interior del arco de Benevento.
En uno de ellos, el emperador efectúa un sacrificio para inaugurar otra era de paz, mientras que en el de enfrente, el pueblo, rodeando familiarmente al cortejo de Trajano, lo aclama por sus múltiples beneficios; los pobres acuden con sus pequeñuelos sobre las espaldas para presentarlos al gran magistrado, que extiende sobre ellos su mano justa y generosa.
En cambio, para glorificación de Trajano como militar y en recuerdo de sus campañas contra los partos y los dacios se levantó el grandioso Foro, al pie del Capitolio. El arquitecto director de la obra fue un sirio, Apolodoro de Damasco, a cuyas órdenes debió de trabajar toda una escuela de insignes artistas escultores, que decoraron el monumento con exquisitas balaustradas y relieves.
Del Foro de Trajano proceden un sinnúmero de fragmentos de sorprendente belleza diseminados por las iglesias y los museos de Roma: el águila de Sancti-Apostoli y otros dos medallones aprovechados más tarde para decorar el arco de Constantino.
El conjunto del edificio era casi de grandiosidad oriental; un arco de triunfo daba acceso al patio porticado, que constituye el verdadero Foro, con la estatua ecuestre del emperador en el centro. A cada lado de este patio había un hemiciclo y en el fondo la basílica Ulpia, de cinco naves con dos ábsides. Detrás de ésta, dos bibliotecas, y en medio un patio con la columna triunfal, que tiene en sus cimientos una pequeña cámara, actualmente vacía, donde estaba el sarcófago del emperador.
