En Nápoles se formó una escuela local de escultura que reproducía modelos antiguos, muy estimados por los coleccionistas del tiempo de la República, y hasta algunos talleres se arriesgaban a producir tipos y composiciones originales, no desprovistos de interés.
Una de las particularidades más curiosas de esta escuela de escultura es la imitación de obras arcaicas en esta época; se conservan una infinidad de estatuas y relieves en que se ha tratado de imitar la manera ingenua de disponer los pliegues rígidos y las orlas en zigzag, la actitud y el gesto sin vida de las primitivas obras del arte griego.
En algunas resulta algo difícil distinguir si son verdaderamente copias de esculturas originales de los maestros del siglo VI, cuando todavía el arte griego no estaba seguro de su técnica, o si son pastíccios compuestos hábilmente por los escultores de la escuela helenística de Nápoles. En una de estas estatuas, la llamada la Diana de Pompeya, se ha querido imitar el modo infantil e ingenuo de indicar el movimiento en los días penosos del arcaísmo.
Una de las características de la escuela helenística de Nápoles sería la de una singular erudición y gran conocimiento de los tipos anteriores. Acaso el fundador de esta escuela fuese un griego que tenía por nombre Pasiteles, artista de gran versatilidad, del cual no se ha conservado ninguna obra. Era, además de escultor, erudito tratadista y escribió un libro sobre el arte griego, que fue la fuente principal de que se valió Plinio para sus estudios de estética. Pasiteles, que debió de ser un genio extraordinariamente ecléctico, explicaba que para sus esculturas hacía modelos de barro que luego reproducían en mármol sus discípulos.
Uno de éstos sería Estáfanos, quien firma una estatua de la villa Albani llamándose a sí mismo discípulo de Pasiteles. Discípulo de Estáfanos fue a su vez Menelao, el autor de un grupo académico del Museo de las Termas. Es una elegante composición de dos figuras dispuestas con arte y pulcramente ejecutadas, pero frías como lo son siempre las obras de las escuelas excesivamente eruditas, inspiradas en una admiración retrospectiva por formas ya superadas.
De la misma escuela es el grupo del Museo del Prado llamado de «San Ildefonso», porque estuvo en La Granja mucho tiempo. De sus dos estatuas, una es del tipo del Doríforo de Policleto y otra repite el Fauno de Praxíteles.
En pintura, los escritores antiguos citan un solo nombre de pintor romano de la época republicana: el noble Fabio Píctor, cuyos frescos describen escenas militares, de valor descriptivo y conmemorativo.
Hacia esta época se empieza a producir la característica cerámica romana, de una tierra fina, lustrosa y rojiza, sobre la cual se obtenían relieves aplicándole moldes con formas ornamentales (como ovas y palmeras) o con figuras, o bien añadiéndole relieves de la misma pasta. Esta cerámica se encuentra por todo el mundo romano y recibe el nombre de cerámica sigillata, destacando la llamada aretina, porque las más famosas fábricas se encontraban en Aretium (la actual Arezzo). Su aspecto rojo brillante y la delicadeza de sus relieves fueron imitados en algunas provincias por talleres locales, como los que fabricaban piezas de cerámica en el sur de las Galias y en Hispania.

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