Arquitectura románica francesa: las escuelas regionales


Exteriormente, los edificios románicos de Auvernia muestran una decoración arquitectónica formada por arcos de grandes dimensiones aplicados a las paredes y acentuada en las fachadas, empleando bierta con cúpulas semiesféricas, y éstas aparecen también como principal elemento constructivo en Cahors, Solignac y otros notables monumentos entre los que destaca la gran abadía de Fontevrault, de comienzos del siglo XII, sobre cuya nave -a la que dan una solemnidad especial los sepulcros de los reyes ingleses de la dinastía Plantagenet- se alinean las grandes cúpulas típicas de esta escuela románica francesa. Pero el ejemplo más famoso de cúpulas que forman la cubierta principal de la iglesia lo tenemos en la de Saint-Front de Périgueux (1120-1150), que con sus cinco grandes cúpulas sobre pechinas, apoyadas en pilares cuadrados que definen una planta en cruz griega, parece repetir con carácter románico la construcción bizantina de San Marcos, en Venecia y su lejano modelo de los Santos Apóstoles de Constantinopla.
El "fenómeno" de Saint-Front de Périgueux se ha explicado hasta la actualidad por una influencia veneciana, porque los venecianos tenían en la cercana Limoges una colonia y hacían un importante comercio en la Francia Central. En realidad, la iglesia de Saint-Front de Périgueux no tiene con las iglesias bizantinas construidas en ladrillo más que un parecido de planta, pero tanto la construcción como las proporciones son completamente distintas. Además, hay antecedentes en la propia Francia. La iglesia de Saint-Front no es un fenómeno aislado; tenía también una estructura con cúpulas la catedral de Angulema, y Notre-Dame la Grande de Poitiers poseía remates con cúpulas alargadas. Finalmente, la iglesia de Saint-Front fue muy restaurada en el siglo pasado por arquitectos obsesionados con la idea de la influencia bizantina, y es ahora imposible precisar lo que tenía de original francés y lo que fue de importación veneciana y oriental. Modernamente, además, sus formas han sido imitadas en las catedrales con que la piedad católica francesa ha querido hacer exhibición de riqueza, ya que no de buen gusto. La basílica del Sagrado Corazón, en Montmartre, y la iglesia de Nuestra Señora de Fourbiéres, cerca de Lyon, tienen cúpulas como las de Saint-Front.
Otra escuela modesta en sus orígenes, pero de incalculables resultados, pues de ella surgió el arte benedictino cluniacense, es la de Borgoña. Todo el esfuerzo de los constructores borgoñones se emplea en familiarizarse con las bóvedas por arista, con arcos diagonales, llamados aristones. Serán las bóvedas características de la Edad Media. Los arquitectos de Borgoña disponen primero las bóvedas por arista a la romana, o sea sin aristones, en las naves laterales; después se atreven ya en la nave mayor, y así van lanzando las bóvedas en espacios cada vez más anchos que exigen los arcos diagonales.
La obra capital de la escuela de Borgoña era la tercera iglesia de la abadía de Cluny, de cinco naves, construida en los años que van desde 1088 hasta 1131, y por largo tiempo la mayor de la cristiandad. Fue un modelo del que se derivaron muchas otras construcciones grandiosas, como, por ejemplo, la catedral de Autun y la iglesia de Vézelay, de 1120, donde se suponía que se conservaba el cuerpo de Santa Magdalena. La iglesia de Paray-le-Monial (hacia 1100) fue levantada siguiendo los modelos de Cluny III y de Autun, como demuestra la articulación de sus muros que acusan fuertemente al exterior la presencia del transepto. Hay que acudir a esta clase de monumentos para imaginarse lo que era la gigantesca tercera basílica de Cluny, pues aquella casa, madre de toda la primera reforma de la Orden benedictina, fue destruida en tiempos de la Revolución. Como quiera que Cluny influyó enormemente hasta en el arte de su rival, la Orden cisterciense, y se extendió por toda Europa, se tratará del arte de Cluny en un capítulo aparte.
Otra escuela, que debía producir también obras importantísimas, es la del Dominio Real, o territorio situado alrededor de París, llamado Île-de-France. Allí estaba la vieja iglesia-panteón de Saint-Denis, fundada por Dagoberto, reconstruida en el siglo VIII y más tarde reedificada por Suger. Con todo, el monumento de mayor pureza románica en esta región es el monasterio de Fleury en Saint-Benoit-sur-Loire, del que en 1004, fue nombrado abad Gauzelin, bastardo del rey Hugo Capeto. El gran templo tiene un enorme transepto casi en el centro y giróla con capillas.
En el norte de Francia está bien caracterizada la escuela de Normandía, que por la invasión de los normandos en Inglaterra, en el siglo XI, tenía que extenderse al otro lado del canal. Las iglesias normandas son altas, armoniosas, bien dispuestas, y con luz tan abundante, que hace pensar fuera ella la preocupación principal de los juiciosos constructores del norte de Francia. Allí el clima exigía que la nave central fuese más alta que las laterales para poder abrir ventanas en los muros. Por eso, en un principio, la nave mayor fue cubierta de madera, con armaduras, ya que no se hubiera podido contrarrestar el empuje de una bóveda de cañón en aquella altura; pero después, al familiarizarse los arquitectos con las bóvedas por aristas, estas naves fueron modificadas, sustituyendo la antigua cubierta de madera por las bóvedas de piedra. Esto es lo que sucedió en las dos grandes iglesias de Caen -Saint-Etienne y La Trinité-, ambas construidas en la segunda mitad del siglo XI y cubiertas con bóvedas de arista hacia 1110.

Pantocrátor
Pantocrátor, en la iglesia de San Trófimo de Arles (Bouche-du-Rhóne). La fachada oeste del siglo xn es un magnífico ejemplo de escultura románica realizada sobre el tímpano del pórtico, en la que aparece el Pantocrátor rodeado de tetramorfos.

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