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Historia del Arte

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De la tragedia al circo

Cabe suponer que la tragedia romana no tuvo ni remotamente la fuerza de la griega.

Podemos deducirlo tanto por la importancia que la comedia tuvo entre los romanos como de la psicología de los pueblos latinos en general, mucho más realistas que los griegos y, en cuanto a valores morales, más limitados; si se prefiere, atraídos por intereses más inmediatos.

Otro elemento que debió influir sobre el gusto tanto colectivo como individual de los romanos, fue la sucesiva propagación de su potencia militar, que no podía dejar de destruir ciertas dotes y características.

A medida que ésta se extendía, su mundo tenía necesariamente que simplificarse, que sustituir la reflexión por la acción y a fortalecerse más con hechos que con ideas.

Las consecuencias fueron positivas en ciertos aspectos y negativas en otros; como revela su historia. De todas formas, sabemos que por lo menos tres nombres de autores trágicos fueron famosos en Roma: Quinto Ennio (239-169 a. J.C.); Marco Pacuvio (220-130 a. J.C.) y Lucio Accio.

De los primeros no quedan documentos; del tercero, en cambio, se conservan unos fragmentos (unos seiscientos o setecientos versos, aproximadamente) y se tienen algunas noticias. Se sabe que nació en Pesaro alrededor del 170 a. J.C. y que murió á edad muy avanzada, alrededor del 85. También sabemos que escribió unas cuarenta tragedias y que se le puede considerar el mayor dramaturgo romano.

Pero el nombre más famoso, o por lo menos el más famoso para nosotros, es el de Lucio Anneo Séneca, nacido en Córdoba el 4 a. J.C. y muerto en el 65 d. J.C. En él ya se revela la decadencia del mundo latino.

En efecto, su obra (que no fue escrita para ser representada sino leída) refleja, junto con la crisis del mundo latino, el deseo de algo diferente, de una moralidad más elevada.

Por un lado, enlaza con el teatro trágico y la filosofía griega mientras que por otro, ya revela la esperanza en un mundo que ya no puede definirse más que como cristiano. Pero la importancia de sus obras es más moral y filosófica que teatral.

No será hasta la Edad Media, durante el Humanismo, cuando su nombre volverá a sonar con mayor fuerza. Exagerando incluso su valor, llegará a convertirse en uno de los principales trágicos que han existido.

Si damos una ojeada a todo el teatro romano, en seguida nos daremos cuenta de un fenómeno que, a primera vista, resulta algo extraño. A medida que la calidad de las obras disminuye, que su valor decrece, se enriquecen los medios teatrales. Es decir, el maquinismo se va imponiendo año tras año a la calidad dramática.

Basta, sin embargo, con reflexionar un poco para ver lo que esto oculta. La pérdida de ciertos valores (pensemos por un momento en Esquilo o Sófocles) hace sentir la necesidad de llenar un vacío, de dar más relieve a lo que no constituye otra cosa que el acto puramente físico de la representación: gente que se mueve, telones que se desplazan, decorados que cambian, etc. También hay que contentar al pública que quiere divertirse.

Es así (y en el teatro romano el proceso está muy claro) como a medida que la palabra pierde su importancia, adquieren una mayor los medios secundarios; la técnica, precisamente.

El simbolismo a veces excesivo de los orígenes (Esquilo) cede el paso al realismo, el actor se quita los coturnos que le hacían “grande”, el diálogo se fragmenta y así sucesivamente.

Dicho en pocas palabras, el teatro deja de ser representación para convertirse en espectáculo, en algo para ser visto, más que para ser “sufrido” o sentido.

Es el camino que conducirá lentamente hasta el circo. El camino que nos llevará .desde la humilde tienda, de la skené de los primeros pasos de la tragedia griega, hasta las escenografías fastuosas; tan fastuosas que llegarán a superar a la misma realidad. Para darnos cuenta bastará con que pensemos que en Roma, durante un espectáculo se llegaron a quemar unas casas construidas expresamente en escena para dar mayor, realismo a un incendio.

Hemos hablado de circo. Pero en realidad, ¿Qué era el circo para los romanos? Un lugar donde se asistía a actividades más o menos cruentas y donde se tomaba partido por uno u otro de los contendientes. La participación se reducía a un hecho emocional. En el circo no cabían las ideas, el pensamiento (sobre la vida, sobre el hombre como ser social, el destino, la historia, etc.) ni los sentimientos. Todo quedaba reducido a una participación más o menos muscular.

Era un fenómeno que no tenía nada en común con el teatro, ni siquiera por parte de quienes se limitaban a asistir al mismo. Pero el circo de los romanos pretendía ser teatro. Y en esto estriba su equívoco.

Pero cuando el circo apareció, el Imperio Romano ya daba demasiadas muestras de disgregación para no tener, como de hecho ocurrió, que ceder el dominio del mundo civilizado.

Y fue precisamente a ese período al que se remonta esa nueva toma de conciencia del hombre y de su historia que se llamaría cristianismo. Resumiendo, puede decirse que el teatro murió, como los gladiadores, en la arena del circo. Y antes de que vuelva a resurgir, enlazando, en cierto sentido con los orígenes, pasarán siglos.

Son los siglos que verán además de las invasiones bárbaras y la disolución del gran Imperio, el nacimiento y el afianzamiento tanto de una nueva civilización; como de una nueva sociedad: la cristiana.

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