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Historia del Arte

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De Plauto a Terencio

Nacido en Sarsina, en Umbría, hacia el año 254 a. J.C., Tito Maccio Plauto murió en Roma en 184. Según la tradición, comenzó a tener relación con el teatro siendo adolescente, y más tarde, según parece, quiso ser actor y comerciante.

Después, una vez establecido en Roma, se puso a escribir comedias. Se le atribuyen más de un centenar de las que sólo conocemos veintiuna.

Por otra parte, muchas debieron ser solamente refundiciones de obras ajenas, especialmente griegas, cosa que entonces solía hacerse. De todas formas, sus comedias más célebres son: Aulularia (o Comedia de la olla), Los Menecmos, Los cautivos, Anfitrión y Miles gloriosus (El soldado fanfarrón).

La influencia de la comedia griega es evidente en toda su obra, aunque es más patente la de Menandro que la de Aristófanes. En efecto, no es tan sutil como este último, mientras que Menandro le ofrece la posibilidad de avanzar en la invención de los tipos, de los caracteres.

Sin embargo tenemos que decir que Plauto tiene más conciencia de las posibilidades escénicas, y un diálogo más denso y más violento.

Por el contrario, carece de ciertas sutilezas psicológicas propiamente griegas. En suma, sus personajes son todos de una pieza, responden de una forma elemental al tipo del que derivan, y la libertad de que gozan, fuera de la tipificación, es bastante relativa.

Su comedia más explotada a lo largo de los tiempos ha sido posiblemente Miles gloriosus, el soldado vanidoso, fanfarrón, reaparecerá muchas veces en el escenario, incluso en el teatro romántico, y cada vez bajo distintos disfraces.

Pero en esencia será siempre el mismo: uno que ha estado en la guerra y que ha tenido la suerte de regresar con vida y que no hace otra cosa que contar sus hazañas, exagerándolas cada vez más.

Es el que más tarde recibirá los nombres de Matasiete, capitán Estruendo, Matamoros, etc. En la Aulularia nos presenta a un avaro que sólo vive para su tesoro, que guarda escondido en una vieja olla. También el tipo del avaro tendrá una rica descendencia, hasta el plenamente logrado de Moliere.

En Los Menecmos la comicidad es suscitada por las desventuras de dos hermanos que llevan el mismo nombre y que además son absolutamente idénticos. También este tipo de intriga tendrá sus imitadores, e inspirará a muchos dramaturgos posteriores, y entre ellos al gran Shakespeare.

Otro comediógrafo, tan importante como Plauto, es Publio Terencio Afro, nacido en Cartago alrededor del 190 a. J.C. Fue esclavo en Roma pero su dueño, admirado por su inteligencia, le dio libertad, tras lo cual se puso a estudiar y muy pronto empezó a escribir comedias.

Murió siendo muy joven, según parece en un naufragio en el cual también se perdieron varios manuscritos de obras de Menandro. Es autor de seis obras, en las cuales, igual que hizo Plauto, se inspiró en Menandro, al que en parte tradujo y en parte refundió sin que pueda saberse con exactitud en qué medida.

Sus obras más famosas son Andria y Heautontimorumenos (El atormentador de sí mismo), ambas derivadas precisamente de Menandro.

Por lo tanto, como Plauto, también Terencio imitó la comedia griega posterior a (Aristófanes. Pero su manera de desarrollar la trama es totalmente distinta de la de Plauto.

Su refinamiento está más cerca del griego, su psicología es bastante sutil y los sentimientos no son nada burdos. Resumiendo, Terencio es el único autor de la comedia latina al que puede aplicarse el calificativo de fino, pese a que trata una materia extremadamente caracterizada.

Naturalmente, su falta de tosquedad hizo que su obra resultara algo difícil para el público popular de su tiempo, motivo de su relativa impopularidad en el mundo latino.

Por esto, mientras Plauto se convirtió en el alimento cotidiano de los espectadores romanos, Terencio fue el autor preferido por un público más culto que no buscaba la simple diversión, que no se contentaba con reír hasta reventar con los diálogos de doble sentido y las obscenidades.

Consecuencia de todo ello, naturalmente, fue su menor violencia y una menor caracterización, lo que quiere decir que sus tipos no estaban construidos en un solo sentido como los de Plauto, sino que tenían más facetas, al menos en lo que respecta a los sentimientos; suponiendo, en cierto modo, el fin de la comicidad tal como se había entendido durante la decadencia griega y lo había hecho la comedia romana.

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