El gran teatro español, como el inglés, nace y se consolida en el siglo XVI y dura hasta el XVII; y también como el inglés constituye uno de los fenómenos más importantes del paso del Renacimiento al Barroco.
Pero así como el teatro inglés nace en una nación en expansión, en lucha principalmente con España, el español surge en una nación que ya ha alcanzado el máximo de su poderío y se aboca lentamente a su decadencia política y civil.
Además, el teatro español se resiente del planteamiento de una forma de religiosidad todavía medieval (la Edad Media durará en España más que en otras partes) y está literalmente obsesionado por la idea del honor.
Honor del individuo en la sociedad en la cual vive, honor del individuo como elemento de una sociedad religiosa —la católica— de tipo universal.
Características, éstas, que no sólo le conciernen al teatro, sino a toda la literatura española y especialmente a la del llamado siglo de oro.
Por esta y otras razones, resulta difícil captar el verdadero sentido de la cultura y la literatura españolas sin tener en cuenta la importancia que siempre ha tenido en ellas el hombre.
Para un español del siglo XVI, un hombre no era sólo un hombre, sino un individuo que respetaba y defendía (aun a costa de su propia vida) determinadas leyes del honor.
Un hombre que podía ir con la cabeza bien alta, muy orgulloso de sí mismo y de su propia condición, sin cederle el paso a nadie.