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Historia del Arte

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Surrealismo

Fueron necesarios dos o tres años de gestación, entre 1921 y 1924, antes de que se produjese la irrupción manifiesta del movimiento que definió André Bretón por vez primera en el Manifiesto del Surrealismo.

La palabra «surrealismo» no era inédita. Estaba ya en uso desde hacía algunos años entre Guillaume Apollinaire y sus amigos, pero no se aplicaba entonces más que a cierta forma de escritos poco definidos y de carácter intercambiable. El Manifiesto le dio su sustancia y le proporcionó la energía que hizo posible su sorprendente expansión.

Los años de gestación, denominados por Aragón como movimiento desenfocado, coincidieron con el auge parisiense del movimiento Dada. Ciertos historiadores del dadaísmo, y algunos testimonios de su época de Zurich o Berlín, hicieron creer que Tristan Tzara y sus amigos lo habían inventado y descubierto todo, y que la única innovación de Bretón había consistido en sustituir el nombre de Dada por el de Surrealismo.

Nada es más falaz, y el mismo Tzara lo reconocía de buen grado hacia el fin de su vida, aunque de vez en cuando, por un perverso placer, indujera a error a sus interlocutores universitarios.

Sobre este punto resulta claro el Manifiesto Dada 1918, con el que Tzara causó fuerte impresión sobre sus allegados parisienses: «Que cada hombre grite -exclamaba-. Hay que llevar a cabo un gran trabajo destructivo, negativo. Barrer, limpiar».

La desarticulación del lenguaje y de las formas plásticas, paralelamente a la desacralización de los valores morales, fueron las características de este movimiento al que sin duda alguna Alfred Jarry habría calificado de gran décervelage.

Como tendremos ocasión de comprobar a lo largo del presente capítulo, algunos de los artistas más importantes e influyentes de todo el siglo XX se inscribirán en el movimiento surrealista. La lista es de lo más extensa, así que basta avanzar que surrealistas fueron, entre otros, Chirico, Ernst, Miró, Giacometti, Magritte, Dalí, etc.; figuras que todavía en la actualidad ejercen un poderoso influjo en las nuevas generaciones de artistas.

Giorgio de Chirico
Giorgio de Chirico. Óleo sobre lienzo, 87 x 71,5 cm.
Propiedad privada.

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