El genio, recostado en el suelo como todas las figuras de genios de lugares, se apoya en el obelisco egipcio que estaba entonces en aquel sitio. En el relieve de la ascensión de Sabina, que decoraba un arco de Adriano, el emperador, con alma ya capaz de distinguir el misterio, ve a la emperatriz, su esposa, elevarse de las llamas llevada por el genio de la luz, mientras que Antonino, su hijo adoptivo, no percibe el gran suceso. El genio del Campo de Marte, en cambio, se sorprende de lo que está aconteciendo.
Modestos, pero también en forma de torre cuadrada o circular, son muchos de los edificios funerarios de la Vía Apia. En la inmediación de la ciudad, las vías romanas servían de cementerios, y los monumentos funerarios erigidos en la Vía Apia puede decirse que estaban contiguos y formaban como una especie de inmensa avenida de sepulcros.
La Vía Apia romana es famosa porque conserva, descarnados de su decoración marmórea, los macizos que formaban el cuerpo interior de estos sepulcros, y son tan abundantes, que todavía hoy hacen variar románticamente la silueta del paisaje romano.
Pero si la Vía Apia, por ser el camino que conducía a la Campania y a la Italia Meridional, era el cementerio de moda y el preferido de los patricios romanos de esta época, no dejaron de tener también sepulcros las demás vías que atraviesan el Lacio.

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