
La casa Milá, ubicada en uno de los chaflanes del paseo de Gracia y la calle Provença, se levanta como una gran formación rocosa, por lo que ya desde su construcción los barceloneses la apodaron la Pedrera.
El proyecto nace del encargo que realizaron Pere Milá y su esposa, Roser Segimon, al arquitecto, para el que fue su última obra civil, ya que después de esta se recluyó en el obrador de la Sagrada Familia.
Con este proyecto, el artista quería suplir la falta de monumentos en Barcelona que a menudo denunciaba. Su creciente fervor mariano le llevó a imaginar un gran edificio coronado por una escultura en bronce con la imagen de la Virgen, patraña de la propietaria. Aunque finalmente no se colocó la imagen, la Pedrera aún conserva algunas inscripciones religiosas.
Al ser una edificación de grandes dimensiones, Gaudí ideó un sistema de ahorro de materiales, En primer lugar; sustituyó las paredes de carga por un sistema de jácenas y pilares, de los que cuidó al detalle los enlaces para poder reducir su sección. Además, pensó en una fachada aparentemente pesada, pero formada en realidad por una placas delgadas de piedra caliza del Garraf en la parte baja y de Vilafranca en los pisos superiores. La cantidad de hierro utilizada haría temblar a más de un experto en estructuras.
Las formas sinuosas de la fachada, tan a menudo comparadas con el oleaje del mar; tienen su correspondencia en el interior; donde desaparece el ángulo recto, no existen tabiques inamovibles y los detalles están dibujados al milímetro. Un buen ejemplo de este cuidado diseño son los cielos rasos, que trazan numerosas formas con el yeso: la espuma de las olas, los pétalos de una flor o los tentáculos de un pulpo.También merece destacarse el minucioso trabajo de carpintería, así como el hierro forjado de los balcones o los mosaicos hidráulicos.
Al igual que en la Casa Batlló, Gaudí desata su imaginación en la cubierta: las cajas de escalera se convierten en volúmenes extravagantes y se cubren de pequeñas piezas cerámicas, como en las chimeneas, que además toman formas helicoidales para enfatizar el movimiento arremolinado del humo.
Aunque desacuerdos con los clientes hicieron que el arquitecto dejara inacabado el proyecto, la Casa Milá es uno de los más completos compendios de arquitectura gaudiniana, ya que reúne soluciones constructivas inteligentes, una acusada sensibilidad compositiva y una imaginación exuberante.

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