• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal

Historia del Arte

  • Inicio

Eduard Manet VII

Durante 1877 y 1878, antes de instalarse en su nuevo estudio, Manet produjo (además de algunos retratos femeninos que sobresalen por sus elementos de elegancia) cierto número de lienzos que acreditan el propósito de captar con verismo naturalista aspectos de la sociedad contemporánea, en sus extravíos y pasatiempos. En 1877 realizó, Nana (Museo de Hamburgo), una obra algo enfática que debió ser muy del agrado de Zola, y que acabó siendo retirada, a causa de su tema, del Salón de aquel año. Representa a una joven del demi-monde acicalándose, en corsé y refajo, mientras a un lado se adivina la media figura, sentada y con aire de paciente espera, de un añoso monsieur tocado con su chistera.

También pintó, por entonces, un cuadro de atrevida técnica y exquisito gusto: Skatting (Fogg Art Museum, Harvard University, Massachusetts), animada evocación de una pista de patinaje, por detrás de una hermosa y elegante figura femenina. De 1878 son otras pinturas que recogen la visión de interiores en brasseries o en cafés cantantes, como Au café-concert (Museo de Baltimore) o La sérvense de bocks (Tate Gallery, Londres), cuadro del que existe otra versión en el Musée d’Orsay, y que representa bien el bullicio del popular Cabaret de Reichshoffen, del Boulevard Rochechouart, con una figura de obrero vistiendo blusa azul, que fuma y bebe cerveza, y llena el primer plano de la composición.

Otras dos obras, de ambiente íntimo y que obedecen a otras apetencias estéticas, pintó Manet en dicho año, empleando como escenario el jardín de invierno que había en su nuevo taller, un lugar recogido, que se prestaba para lograr suaves y sordas armonías de color, después de la violenta luminosidad de los lienzos que acabamos de citar. Una de estas dos pinturas es el retrato realista de su mujer: Madame Manet dans la serré (Museo de Oslo), en el que la retratada aparece arrellanada en el verde banco de aquel invernadero; la otra es: Dans la serré (Galería Nacional, Berlín), y para ella posó, con su joven esposa, el pintor Jules Guillemet, que ya había figurado, diez años antes, en Le balcón. Es un lienzo fechado un año después de su terminación, cuando fue enviado al Salón de 1879, en el que suscitó merecidísimo interés.

En él, Guillemet aparece, con su bien cuidada barba, apoyando el busto en el respaldo del referido banco verde oscuro, embelesado en la contemplación de su mujer, que con aire absorto se halla sentada en aquel mismo mueble, con su pequeña sombrilla puesta horizontalmente sobre las rodillas, mientras por encima de aquel respaldo, en el que descansa su brazo izquierdo, deja pender con gracia una mano que queda situada en el centro de esta callada escena, en la que el sencillo y elegante vestido de calle de la joven dama, de tonalidad gris, y la negra chaqueta del caballero, establecen, con el denso fondo de plantas y flores, muy sutiles contrastes. En esta obra Manet llegó, en cierto modo, a su mayor delicadeza, y en ella, como observó el novelista y crítico Huysmans (que no era precisamente un fanático del autor), éste había triunfado «contra la rutina de la intensidad de la luz solar, a la que jamás se somete la naturaleza».

La finalidad que Manet se propuso, al pintar el año siguiente el cuadro titulado Chez le Pére Lathuilie (Museo de Tournai), era diametralmente opuesta a la que había perseguido en el que antes se ha reseñado; fue, según testifica Proust, ejecutar por entero una obra a plena luz, con una joven pareja en el momento de finalizar un almuerzo galante o sentimental, en el jardincillo de un restaurante, mientras, en segundo término, la figura alerta del camarero aguarda el momento oportuno para servir el café.

Para este lienzo, expuesto en el Salón de 1880, prestóse a posar, pacientemente, el hijo del dueño del establecimiento en donde aquella escena se sitúa, y sirvió primeramente de modelo, para la figura de la joven dama, Ellen André, la hija o sobrina de un amigo de Manet, pintor; pero a la tercera sesión ya no apareció por el estudio, y se la hubo de sustituir por una parienta del músico Offenbach (el autor de la opereta Orphée aux enfers), tras haber tenido que raspar Manet gran parte de lo que ya llevaba pintado.
pintura impresionista
Madame Manet ante el piano de Edouard Manet (Musée d’Orsay, París). Esta obra data de 1867 y es uno de los pocos retratos que Manet pintó de su esposa, la cual posó, sin embargo, como modelo para varios de sus cuadros.
Es un retrato de muy delicada realización, en el que la fuerza pictórica está concentrada en el rostro de la retratada. El cuerpo, enfundado en un vestido negro, se funde con la silla y la parte inferior del cuadro.

Sigue leyendo >>>

El impresionismo

Sobre el impresionismo La técnica impresionista Edouard Manet El desayuno en la hierba Claude Monet Monet y la serie de Seguir leyendo...

Sobre el impresionismo

Con el impresionismo se culmina finalmente un largo recorrido iniciado por la pintura en los albores del siglo XV: la Seguir leyendo...

La técnica impresionista

En principio, lo que luego se llamó impresionismo estaba ligado a un grupo disperso de artistas que en sus inicios Seguir leyendo...

Eduard Manet

Clasicista e impresionista Alrededor de 1860, cuando apenas algunas obras de Courbet empezaban (entre escándalos) a ser apreciadas, con Manet Seguir leyendo...

Eduard Manet I

Relata también Antonin Proust que, todavía en el colegio, rebatiendo el sentido de un pasaje de Diderot, Manet había exclamado: Seguir leyendo...

Eduard Manet II

Muy distintos, y diferentes entre sí, son dos lienzos de 1860. Uno de ellos, retrato de los progenitores del pintor, Seguir leyendo...