El coro, lo mismo que otros elementos, fue abolido durante el llamado período de la comedia media”, período que corresponde históricamente a la ya avanzada decadencia de la polis griega en general y de Atenas en particular.
A esta decadencia —de las costumbres, además de política— correspondió necesariamente cierta pérdida de libertad y la creación de una especie de censura.
La comedia se vio obligada a no tocar ciertos temas políticos, o a hacerlo con tantas precauciones que perdió la frescura y la alegría de invención que habían sido sus características principales.
Como su mismo nombre indica, la “comedia media” no fue más que un momento de transición entre lo viejo y lo nuevo. Pero hay que hacer una aclaración: que lo nuevo no fue mejor que lo antiguo.
En la comedia nueva se procedió a una simplificación de la escena y, en general, de todo el aparato dramático.
El coro, a pesar de que persistía, se limitaba a cantar en los entreactos. Los personajes, que en algunos casos llegaron a la docena (aunque interpretados únicamente por cuatro o cinco actores), ya no usaban coturnos y empleaban un tipo de máscara más ligero, con expresión, naturalmente, cómica.
El representante más genuino de este tipo de comedia es Menandro, que nació en Atenas en el año 343, y que murió, aproximadamente, a los cincuenta años. De su obra, sólo se conservan algunos fragmentos, aunque al parecer escribió cerca de un centenar de comedias.
En cuanto a sus características, fue el representante de una sociedad en plena decadencia. Sus argumentos son casi siempre complicados, el lenguaje ha perdido la exuberancia inventiva que tenía el de Aristófanes y su técnica teatral suele ser caótica. Su mayor mérito, es el de haber creado los caracteres que heredaría el teatro posterior.
Los caracteres son figuras típicas de acuerdo con un esquema fijo: el viejo chocho, el avaro, el joven atractivo, la muchacha un poco alocada, el soldado fanfarrón, etc.
Para crearlos, se servía de la deformación, exagerando algunos aspectos del personaje (la avaricia, la chochez, la fanfarronería, etc.) para hacer que éste se diferenciara mucho de los otros, que se le reconociera a primera vista.
El peligro consistía, naturalmente, en llevar la caricatura demasiado lejos, convirtiendo en increíble al personaje.
Más tarde veremos a qué nos llevará, a lo largo de los siglos, el nacimiento, la muerte y la reaparición de este tipo de deformación dramática.