Durante el Reino Nuevo (aproximadamente 1570-935 a.C.) los cambios en las costumbres funerarias condujeron a la reducción de la cantidad y naturaleza de la cerámica colocada en las tumbas.
Es posible que la cerámica no se manufacturase ahora especialmente para fines de enterramiento como en el pasado, y la cerámica que se ha encontrado es, en conjunto, más utilitaria y menos llamativa. En el último período, aproximadamente 935-325 a.C., un renacimiento de la cultura egipcia afectó a la mayoría de las artes y a la artesanía, pero fue menos aparente en la cerámica.
Las formas se hicieron más complejas y el uso del vidriado de plomo, que ya se empleaba en algunas regiones, se hizo más general. También el torno continuó aumentando en eficacia, posiblemente se tomaron lecciones de los griegos.
Una pintura en una tumba de aproximadamente 300 a.C., muestra al dios Khum pintando ante un torno de alfarero, haciendo un ser humano; se muestra el pesado volante de piedra siendo empujado para girar, situado cerca del suelo; la cabeza de rueda está elevada a una altura de unos 50 cm. Estos tornos se utilizaron hasta la invención de la manivela, al final de la edad media.
En el 30 a.C., Egipto se convirtió en una provincia romana, y los romanos introdujeron sus propios métodos de manufactura de la cerámica. Alrededor del 350 d.C., la rama Copta de la iglesia cristiana se convirtió en un factor dominante y los antiguos diseños egipcios se fusionaron con elementos clásicos. En la batalla de Heliópolis, 640 d.C., los árabes islamizados tomaron el control de Egipto y se desarrollaron estilos y técnicas más avanzados.