Aunque se fabricaron durante un tiempo considerable, las primeras cerámicas son relativamente poco conocidas. Se produjeron cuencos, platos y picheles, así como cántaros de almacenamiento y se exportaron a Sicilia y Egipto, también a Inglaterra.
Las formas y dibujos de las vasijas denotaban claramente la influencia islámica, especialmente de los centros islámicos de Rayy, Kashan y Rakka. Los dibujos se llevaban a cabo utilizando en general dos tonos de azul, sobre un fondo blanco, pintados sobre el vidriado en verde y acabados con lustre de cobre y oro. Se usó la escritura cúfica como decoración, así como los dibujos de follaje de gran complejidad. También fueron populares los dibujos geométricos.
Las grandes vasijas decorativas, hechas por partes, probablemente en molde, son quizás el producto más famoso de Málaga. El jarrón de la Alhambra, nombrado así por el palacio de la Alhambra en que se encontró uno de ellos, es un ejemplo de los mismos.
En el palacio de la Alhambra, en Granada, se hicieron hornacinas especiales para acomodar estas magníficas piezas. Los jarrones, que alcanzaban una altura de casi 1,20m, son un logro técnicamente notable. Las asas planas y aladas señalaban inmediatamente que era objetos decorativos. La decoración pintada consiste muchas veces en bandas de escritura cúfica y algunos tienen paneles representando animales, como ciervos.
Debe considerarse digno de mención que producir tales ornamentos cíe cerámica decorada con lustres, es una muestra de la riqueza del país en esa época y de su gran aprecio por la cerámica de estas características.
La cerámica hispano-musulmana, muestra a veces también la llamada técnica de «cuerda seca». Zonas de pigmento seco, generalmente negro, separaban los vidriados de diferentes colores y evitaban que se mezclaran entre sí. La técnica se desarrolló principalmente para ser utilizada sobre platos planos, durante los siglos XI y XII en Valencia, probablemente por el fracaso de producir lustre en esta época.
Sin embargo, la técnica de la cuerda seca se hizo popular otra vez en el siglo XV, cuando se hicieron dibujos tradicionales sobre vasos y platos.
Otras zonas, como Aragón, Valencia y Cataluña, continuaron produciendo vasijas en gran parte de estilo musulmán y de estilos que variaban de una región a otra. Con la reconquista cristiana de Andalucía en 1492, parece haberse perdido gran parte de la vitalidad de la industria ceramista de la región y casi no se produjo cerámica de lustre en esta zona después del comienzo del siglo XVI. Los ceramistas musulmanes emigraron desde Murcia y Granada a Valencia y fue aquí donde prosperó en el siglo XV la cerámica de lustre de un estilo y brillantez diferentes.