En la pared opuesta, en correspondencia con La espera, Klimt ha representado El cumplimiento. Es simbolizado por una pareja abrazada, reelaboración de la escena final del Friso de Beethoven.
Si bien en este caso domina igualmente lo ornamental, todos los aspectos están concebidos en explícita contraposición a la danzarina.
Mientras que la figura de ésta se mostraba glacial y captada en un instante de suspensión, el hombre y la mujer son representados en una actitud de paz y realización. El vestido de la bailarina estaba compuesto de formas geométricas que expresaban rigidez; en los de la pareja predominan, por el contrario, círculos y motivos fitomorfos.
El friso para el Palacio Stoclet constituye indudablemente la culminación de la tendencia decorativa klimtiana. Las propias figuras humanas son reconocibles como tales sólo por las cabezas y los brazos: tridimensionalidad y anatomía son inexistentes y todos los demás detalles se realizan como si se tratase de un fondo de arabescos.
El repertorio de motivos es muy extenso y abarca desde los animales hasta la geometría, desde el mundo vegetal hasta la simbología religiosa oriental, de la que se toma el motivo del ojo omnisciente.
Los cartones conservados en Viena son un valioso testimonio del método de trabajo del artista, que los ejecutó con la precisión de una obra acabada, usando colores al temple y a la acuarela, aplicaciones en oro y plata, tizas y lápices.
La superficie está además salpicada de anotaciones manuscritas, en las cuales Klimt ordenaba cambiar la orientación de una voluta o daba indicaciones exactas sobre cómo hacer un detalle, por ejemplo pidiendo que se use para una parte del fondo «algún material blanco, un poco en relieve y liso. Muy blanco. No mosaico».
Los paneles, realizados por los laboratorios de los Wiener Werkstátte, fueron montados en 1911 y se encuentran todavía en Bruselas.

Técnica mixta sobre papel, 194 x 121 cm.
Viena, Österreichisches Museum für Angewandte Kunst.
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