Adquirida por la Junta de Museos de Barcelona en 1922, esta pintura es por su técnica una de las obras más peculiares realizadas por Fortuny.
Cuando el pintor catalán llegó a Marruecos por primera vez se sintió sumamente impresionado por su luz y por el ambiente que allí se respiraba; pronto se convertiría en uno de los artistas más interesados en mostrar en sus pinturas la vida marroquí en sus más variados aspectos.
En este lienzo aparecen dos hombres en una amplia plaza, cerrada al fondo por una pared blanca, en el momento de herrar a un burro. Las gallinas pululan alrededor de los personajes mientras al fondo se insinúan varias figuras de hombres.
La escena está cargada de vitalidad y espontaneidad, alejándose de los elementos exóticos propios del romanticismo, pues este tema formaba parte de los tópicos visuales del mito orientalista.
La factura es muy suelta, carente del virtuosismo de la pincelada que se aprecia en otras obras de Fortuny, a pesar del dibujo seguro y preciso que se manifiesta en las figuras.
De esta manera el artista creó un estilo particular en el que conjugó el ambiente con la luz y el color, anticipándose así al movimiento impresionista y a quien será uno de sus más fieles seguidores, Joaquín Sorolla.

Óleo sobre lienzo, 47 x 65 cm.
Barcelona, Museu Nacional d’Art de Catalunya .
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