La cuestión sobre la supuesta identidad del personaje que aparece retratado en este lienzo aún no ha sido resuelta por los estudiosos de Fortuny.
Frente a quienes argumentan que se trata del pintor alicantino Joaquim Agrassot -gran amigo del pintor de Reus y residente en Roma desde 1861-, aparecen otros que hablan del escultor Jeroni Sunyol -que también coincidió con él en Roma-.
Los que piensan en el retrato de Agrassot lo hacen por la comparación de esta pintura con otro retrato que se conserva de éste, realizado por Fortuny en Roma en 1864.
El protagonista de la composición, sea quien sea, aparece posando informalmente, apoyado en la pared, con las piernas entrecruzadas. Su rostro se muestra semioculto bajo la gran boina de color rojo que desciende por su frente.
Le rodean los objetos propios del entorno cotidiano de un artista, aunque no se puede precisar exactamente. Estos objetos, con todo, adquieren su propia relevancia en el cuadro, casi al mismo nivel que el retratado: el conjunto de botellas de cristal y cerámica encima de la mesa tiene por sí solo el valor de un bodegón.
El artista consiguió captar genialmente el brillo y las transparencias de los objetos de cristal representados.
Esta pintura, de pequeño formato, permite observar la perfección con que Fortuny resolvió los problemas de orden compositivo, especialmente los referentes a la luz y al espacio. Las rápidas pinceladas utilizadas por el pintor no excluyen el detallismo presente en toda la composición, destacando especialmente el potente dibujo, característica que siempre exhibirá el maestro.

Óleo sobre lienzo, 31×24,5 cm.
Barcelona, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
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