Egipto fue unido como un solo país por Menes en 3250 a.C. El país fue firmemente gobernado, el conocimiento científico era controlado cuidadosamente y el arte formaba parte de las creencias religiosas. Reglas rígidas sobre la manera de hacer las pinturas y esculturas aseguraron que hubiesen pocos cambios durante los siguientes 3000 años.
Las pinturas ejecutadas, según reglas estrictas, en las paredes de las tumbas, representaban escenas que podían ser útiles al difunto en el mundo futuro y quizás eran escenas de la persona fallecida. Este sistema rígido e inflexible no permitía, y menos animaba, grandes movimientos en el arte. La cerámica hecha en este período perdía mucha de la vitalidad que había tenido anteriormente.
Se utilizó arcilla de color crema, libre de materia orgánica, que se encontraba en los valles del desierto del Medio y Alto Egipto y que, cuando se cocía, se volvía de color gris o anteado. La decoración se pintaba en las vasijas de color claro con engobe blanco y óxido de hierro que se volvía rojo purpúreo cuando se cocía.
A menudo se copiaron los motivos de la piedra de alabastro natural y se llevaron a cabo dibujos más complicados de barcas, hombres y mujeres, pájaros, árboles y otros objetos. A diferencia de las artes formales de la pintura y la escultura, había pocas reglas que definiesen la decoración de las vasijas, la cual fue a menudo simple y viva.
Parece haberse puesto poca atención en la simetría de los dibujos. Se hicieron algunos desarrollos estilísticos; por ejemplo, la colocación de asas en los lados de las vasijas se hizo en Egipto por primera vez. Las formas se hicieron más cilíndricas, imitando los resultados obtenidos por el trabajo contemporáneo de la piedra.