Uno de los lugares más grandes e importantes de producción de cerámica, para uso cotidiano, fue Castor, en Northamptonshire; su desarrollo se debió en parte a la proximidad de la Vía Arminia, de Londres a York, y también a la excelente arcilla plástica de que se disponía.
Se hizo toda una serie de vasijas torneadas, para uso doméstico, con la arcilla local, que al cocerse daba un color anteado rojizo. Entre las vasijas producidas se contaban los barreños, jarras, cuencos para mezclar y cubiletes.
También se hicieron cerámicas recubiertas de gris oscuro o negro.
Para decorar estas vasijas, especialmente los cubiletes, se utilizaron engobes de arcilla de distintos colores. Se hicieron dibujos de volutas y animales saltando, chorreando engobe espeso sobre la vasija, un proceso que a veces se conoce como decoración barbotina.
Los dibujos se llevaban a cabo libremente y el resultado tiene una agradable vivacidad, aunque la decoración se parece a menudo a la producida por plateros. La vasija decorada se sumergía en un pigmento marrón oscuro o negro, para colorear la superficie, aunque ocasionalmente se lograron tonos morados o rojos.