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Historia del Arte

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Los árabes en España (1)

Esto ocurrió en Córdoba, ciudad ya importante en la época goda, pero al establecerse allí el califato omeya, que trataba de competir con el califato abasí de Bagdad, los califas tuvieron empeño en que la mezquita de su capital no sólo no desmereciera de las más famosas de Oriente, sino que continuara la tradición que había iniciado la mezquita de Damasco, capital que tuvieron que abandonar en 750, cuando tomaron el poder en ella sus enemigos los abasíes.

Cuando Córdoba capituló ante el empuje musulmán se reservó a los cristianos una parte de la catedral dedicada a San Vicente. De todos modos, aquella servidumbre no fue compatible con los proyectos de Abd al-Rahman I (que reinó de 756 a 788) de agrandar la mezquita, y se indemnizó a los cristianos para que cedieran completamente sus derechos a los musulmanes. No se sabe lo que se ha conservado de los muros y columnas de la antigua basílica de San Vicente; en su plan primitivo, la mezquita de Córdoba tenía sólo once naves, de las cuales la central, dispuesta hacia el mihrab, era más ancha, como era el caso de la mezquita de Kairuán.

Esta estructura es visible aún hoy en la parte más antigua, construida a partir del año 785 por Abd al-Rahman I. Por su parte, Hixem I, durante su gobierno, llevó a cabo una importante serie de ampliaciones que enriquecieron enormemente el edificio. De este modo, el citado gobernante añadió otras naves laterales, construyó el actual alminar y decoró el patio con una magnífica pila de abluciones. Según dicen los historiadores árabes, Hixem II añadió once naves más, y cuando en tiempo de Almanzor, a fines del siglo X, por causa de la inmigración beréber, faltó espacio en la mezquita, se le añadieron otras hileras de columnas.

Esta multiplicación de las naves complicaba con un nuevo problema de visualidad el de la cubierta de la mezquita. Cuando las mezquitas tenían sólo un pórtico del lado del mihrab, o a lo más una serie de tres o cinco naves de columnas, estas naves quedaban suficientemente iluminadas. Pero esto cambiaba radicalmente cuando las naves se multiplicaron como ocurrió, por ejemplo, en la mezquita de Córdoba. De este modo, la vasta extensión de las galerías obligaba a levantar el techo, porque de otro modo era imposible evitar el efecto de que la mezquita se convirtiera en una construcción oscura y baja.

Por otra parte, los arquitectos árabes de la mezquita de Córdoba, que aprovecharon bastantes columnas y capiteles de los edificios antiguos se encontraron con otro problema, pues no podían reunir igual número de fustes gigantescos con que elevar los techos a la altura deseada. Así que para resolver esta dificultad, adoptaron el mismo sistema que habían empleado los romanos en el acueducto de Marida: el de la superposición de las arcadas. Encima de las primeras columnas levantaron una nueva hilera con otros arcos de herradura, formando un segundo y hasta a veces, cuando se hacía necesario, un tercer orden de arcos.

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